En los últimos años, las principales ciudades del mundo han intensificado sus esfuerzos para regular el mercado de alquileres turísticos, particularmente en plataformas como Airbnb. Esta tendencia, impulsada por la necesidad de equilibrar las demandas del turismo con los intereses de los residentes locales, ha llevado a la implementación de una serie de medidas regulatorias y fiscales en distintas partes del mundo.
En Europa, ciudades como París, Londres, Berlín y Barcelona han adoptado enfoques restrictivos. Por ejemplo, en París, los anfitriones de Airbnb deben registrarse en el ayuntamiento y están limitados a alquilar durante un máximo de 120 días al año.
En Londres, se ha impuesto un límite de 90 noches por año para los alquileres a corto plazo, y en Berlín, desde 2014, se requiere un permiso especial para alquilar propiedades enteras a corto plazo.
Barcelona, por su parte, exige que los espacios habitables que se alquilan repetidamente para estancias cortas deben registrarse como alojamientos turísticos en un sitio web gubernamental. Estas medidas buscan controlar la inflación de los precios de la vivienda y preservar el carácter de las comunidades locales.
En Italia, Florencia ha prohibido nuevos alquileres de corta duración en su centro histórico, mientras que en Portugal, se han dejado de conceder nuevas licencias para este tipo de alquiler vacacional, excepto en zonas rurales.
En Estados Unidos, ciudades como Nueva York y San Francisco también han implementado regulaciones estrictas. Nueva York, por ejemplo, prohíbe el alquiler de apartamentos enteros durante menos de 30 días cuando los dueños no están presentes. En San Francisco, a diferencia de Nueva York, los anfitriones de Airbnb pueden compartir sus casas, pero deben cumplir con ciertos requisitos.
En España, el mercado inmobiliario ha experimentado un crecimiento en la venta de casas vacacionales y un aumento en los ingresos por vivienda alquilada, lo que ha llevado a las ciudades a tomar medidas regulatorias. En Madrid, se anunció en 2024 que se regularán los pisos turísticos, buscando equilibrar el turismo con las necesidades de vivienda de los residentes.
Estas regulaciones tienen un impacto significativo en Airbnb y otras plataformas similares, con algunas ciudades prohibiendo completamente ciertos tipos de alquileres turísticos o imponiendo restricciones severas. La tendencia global apunta hacia un mayor control y regulación de los alquileres turísticos para proteger el mercado inmobiliario local y preservar la calidad de vida de los residentes.