‘La esperanza de vida puede aumentar hasta 10 años tras cambios sostenidos hacia dietas más saludables en el Reino Unido’, así se titula el estudio británico publicado por la revista Nature Food en el que han participado una docena de investigadores para determinar qué patrones dietéticos saludables pueden prevenir el desarrollo de enfermedades no transmisibles y proporcionar así una mayor esperanza de vida.
En el Reino Unido se estima que las dietas poco saludables causan más de 75.000 muertes prematuras cada año, “incluidas casi 17.000 muertes en el grupo de edad de 15 a 70 años”, exponen. Es por eso que los investigadores desarrollaron un modelo para estimar las ganancias o pérdidas específicas por edad y sexo en la esperanza de vida después de un cambio sostenido en el modo de alimentarse.
El trabajo extrajo los datos del Biobanco de Reino Unido de 467.354 participantes, entre los 40 y los 70 años, y estimó que el aumento en cuestión de esperanza de vida de las personas que cambiaban de forma sostenida un patrón dietético poco saludable y pasaban al patrón dietético asociado a la longevidad, fueron de 10,4 años para las mujeres de 40 años y 10,8 años para los varones de la misma edad. Con un pequeño intervalo de incertidumbre (IU) en ambos casos.
En el caso de que la dieta de partida fuese media y no poco saludable, se estima que esta ganancia sería de unos 3 años.
Los dos alimentos antiedad que estarían asociados a una mayor longevidad
Cuando mayor fuese el cambio en la dieta hacia un modelo de alimentación sana, mayor es la esperanza de vida. “Es importante destacar que el aumento estimado en la esperanza de vida es de aproximadamente una década para quienes pasan de los patrones dietéticos más insalubres a los asociados a la longevidad” reafirman los investigadores.
Y subrayan: “En general, cuanto mayores sean los cambios realizados hacia patrones alimentarios más saludables, mayores serán los aumentos esperados en la esperanza de vida”.
En este sentido, la ciencia apuntaba primeramente a dos grupos de alimentos que favorecen la longevidad en detrimento de otros como son las bebidas azucaradas o las carnes procesadas que no nos estarían beneficiando. “Se estimó que consumir menos bebidas azucaradas y carnes procesadas y comer más cereales integrales y frutos secos daba como resultado las mayores mejoras en la esperanza de vida” apunta el estudio.
Los beneficios de los frutos secos
Almendras, nueces, anacardos, avellanas, pistachos… “La mayor parte de los frutos secos tienen un contenido rico en minerales. Entre esos minerales destaca el potasio, magnesio, calcio y fósforo. Además, contienen abundantes oligoelementos, como el selenio o el zinc”, apuntan desde la Clínica Universidad de Navarra. Y destacan además su contenido en proteínas y grasas entre las que predominan las insaturadas, así como ácidos grasos adecuados.
Se considera que consumirlos en moderación puede tener grandes beneficios para la salud cardiovascular y cerebral, así como el control del azúcar en sangre o la reducción del riesgo de padecer algunos tipos de cáncer -aunque para este punto, se necesitaría más investigación-. Eso sí, ojo con la sal que se le añade a alguno de ellos, mejor consumirlos al natural.
Los beneficios de los cereales integrales
“Los alimentos con granos o cereales integrales son buenas opciones para una alimentación nutritiva. Los granos o cereales integrales aportan fibra, vitaminas, minerales y otros nutrientes” señalan desde Mayo Clinic. Y añaden: “ayudan a controlar los niveles de colesterol, el peso y la presión arterial. Estos alimentos también ayudan a disminuir el riesgo de tener diabetes, una enfermedad cardíaca u otras afecciones”.
El estudio también apunta a las legumbres, verduras y fruta como alimentos saludables beneficiosos para nuestra dieta, siempre que estos cambios sean sostenidos en el tiempo -no unos meses y luego nos olvidamos-. Sin duda, un buen propósito para el próximo 2024.