Estados Unidos y Corea del Norte ofrecieron este jueves versiones diferentes del abrupto fin y fracaso de la cumbre en Hanói entre Donald Trump y Kim Jong Un, pero aseguraron que el diálogo no queda roto.
El objetivo de la cumbre era concretar los resultados de su primera reunión histórica de junio en Singapur, pero Kim y Trump no lograron acordar la declaración conjunta inicialmente prevista.
Kim y Trump “acordaron continuar con las conversaciones productivas sobre la desnuclearización de la península coreana y la mejora de las relaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte”, señaló la agencia de noticias norcoreana KCNA, sin mencionar la ausencia de resultado de la cumbre de dos días en Vietnam.
“A veces hay que irse, y esta es una de esas veces”, declaró a la prensa un Trump inusualmente pesimista al término de la reunión. “Básicamente querían el levantamiento de todas las sanciones y no podíamos hacerlo”.
En una inhabitual rueda de prensa en Hanói, el canciller norcoreano Ri Yong Ho aseguró que Pyongyang ofreció “desmantelar permanente y completamente todas las plantas de producción nuclear” de su complejo de Yongbyon si Washington retiraba las sanciones.
Pese a todo, Trump dijo que Kim prometió no reanudar las pruebas de misiles balísticos o nucleares, pero precisó que por ahora no está prevista una tercera cumbre con el líder norcoreano, a pesar de la “cordialidad” que, según él, existe entre ambos.
El presidente estadounidense habló con los mandatarios japonés y surcoreano, Shinzo Abe y Moon Jae-in, mientras viajaba de vuelta a Washington en su avión presidencial Air Force One.
El resultado de Hanói se quedó muy lejos de las expectativas previas a la reunión, tras una primera cumbre que según sus críticos fue formal y vaga en contenido.
Y ello pese a que Kim aseguró estar dispuesto a eliminar sus armas nucleares. “Si no lo estuviera, no estaría aquí”, respondió a un periodista cuando le preguntó al respecto, en lo que se cree que es la primera vez que contesta a un periodista extranjero.
La polémica en Estados Unidos se centró en las declaraciones de Trump dando por buena la versión de Kim Jong Un de que no sabía nada de las torturas al estudiante estadounidense Otto Warmbier, que murió al regresar de Corea del Norte en 2017.
Un juez estadounidense ordenó en 2018 a Pyongyang pagar una indemnización de 501 millones de dólares por la muerte de Warmbier, liberado por Corea del Norte en coma y muerto días después en Estados Unidos, al considerar que el estudiante universitario probablemente fue objeto de torturas.
“Conocía el caso muy bien, pero lo supo más tarde”, dijo Trump sobre Kim al concluir su cumbre nuclear en Hanoi, agregando que cuando Warmbier estuvo detenido le sucedieron “algunas cosas horribles”.
Kim “me dijo que no había sabido nada de aquello, y creo su palabra”, dijo el mandatario, que ha ido desarrollando una estrecha relación con Kim en el marco de su diálogo por la desnuclearización de la península coreana.
Sus comentarios sobre Warmbier levantaron una ola de condenas entre los congresistas demócratas, que ven en el gesto el último ejemplo del presidente de que acepta lo que le dicen líderes autocráticos como el ruso Vladimir Putin o el príncipe saudí Mohamed bin Salmán.
La presidenta de la Cámara de Representantes y líder de la mayoría demócrata, Nancy Pelosi, dijo que pensaba que hay “algo malo” en el presidente si da más credito a “rufianes” como Putin o Kim por que a la comunidad estadounidense de inteligencia.
“El falso arresto de Otto Warmbier y el brutal asesinato fue un incidente internacional. Claro que Kim sabía de ello”, afirmó por su parte en Twitter el senador Mark Warner, el principal demócrata del Comité de inteligencia del Senado.
“Aparentemente, el presidente de Estados Unidos es el único que cree esa mentira tan obvia”, agregó.
Warmbier, un estudiante de la Universidad de Virginia, viajó a Corea del Norte y fue detenido ahí acusado de delitos contra el Estado por presuntamente quitar un cartel en apoyo al líder Kim Jong Un que al parecer quería llevarse de recuerdo.
Cuando finalmente regresó a su país en 2017, tras 17 meses preso, estaba conectado a un tubo de alimentación y profería ruidos incomprensibles, según se señaló en el fallo. Se había quedado ciego y sordo, y tenía los ojos hinchados y a los pocos días falleció.
Corea del Norte negó los malos tratos a Warmbier, y sostuvo que contrajo botulismo mientras estaba detenido.
Un enojado Adam Schiff, el congresista demócrata que encabeza el Comité de Inteligencia en la Cámara de Representantes, calificó la aceptación de la versión de Kim por parte de Trump como “detestable”, y el senador Chris Van Hollen consideró que Estados Unidos “no puede dar a Kim Jong Un vía libre para torturar y asesinar a uno de los nuestros”.