La resaca, tan familiar y a la vez tan desconocida. A día de hoy es prácticamente imposible recopilar todas las teorías sobre la causa, prevención y posible solución de ese mal cuerpo que te da la lata durante la mañana (y a veces la tarde) siguiente a una noche de excesos. Y sin embargo, hay muy pocas cosas que sepamos con seguridad y evidencias científicas sobre ella más allá de un consejo básico y obvio: si no quieres sufrirla, no bebas.
No se trata sólo de mejorar tu deplorable estado a la mañana siguiente, sino que hay muchos costes socioeconómicos en juego: en 2010, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos estimaron una pérdida anual de 179 mil millones de dólares relacionada con la disminución del rendimiento laboral y una mayor cantidad de conflictos y accidentes, además de gastos en sanidad y muertes, asociadas al consumo excesivo de alcohol. Vamos, que tu cartera o monedero no son los únicos que tiemblan después de una noche de cachondeo.
Que si mucha agua, alimentos grasos, café, una buena siesta o recenas pantagruélicas en mitad de la noche… En Maldita Ciencia queremos aclarar en la medida de lo posible todo lo que la ciencia sabe (y lo que no tiene tan claro) sobre esta reprimenda de nuestro propio cuerpo. Ahora bien, volvemos a adelantar la infalible, inequívoca, e indudable recomendación: beber menos o, mejor, no beber.
¿Por qué tienes resaca?
De nuevo, la respuesta principal es para principiantes: porque bebes. Pasando por alto este detalle, ¿qué pasa en nuestro organismo durante un día de resaca?
Para conocer más a fondo este estado y, con ello, evitar sus efectos secundarios (tanto físicos como económicos), grupos de investigación han tratado de darle una explicación causal, es decir, no sólo explicarla a partir de los síntomas que provoca, como se ha hecho hasta ahora, sino a partir de las causas que la provocan.
A lo largo de los últimos años se ha hablado de diversas (y supuestas) posibilidades, como la hipoglucemia (bajos niveles de azúcar en la sangre), la intoxicación (la reacción del cuerpo a los componentes tóxicos que contienen las bebidas alcohólicas) y la deshidratación (la excesiva pérdida de líquidos), pero aun no tenemos una respuesta clara, y no sabemos si esos procesos son la causa de la resaca, o algunos de sus síntomas.
Para promover la investigación sobre este malestar nace el Alcohol Hangover Research Group (AHRG), uno de los mayores grupos de investigadores en relación a los estudios sobre la resaca. El AHRG ha sugerido, tras diez reuniones (y diez años), una nueva hipótesis: que la resaca aparece una vez la concentración de alcohol en sangre vuelve a ser cero, así que la causa podría estar en esa vuelta a la normalidad.
Hay algo de lo que he el AHRG sí está seguro y es que, cuanto mayor sea la cantidad de alcohol consumida, peor será el estado corporal al día siguiente.
Los supuestos remedios contra la resaca son abundantes, pero la evidencia tras ellos es hipotética o muy limitada. A continuación, repasamos algunas de las recomendaciones que más has oído y qué es lo que dice la ciencia sobre ellas.
Antes de beber…
Sentimos ser redundantes, pero, una vez más: no hay remedio conocido del que puedas echar mano antes, durante o después de beber alcohol que te asegure al cien por cien anular la resaca y hacerte sentir como una rosa al día siguiente, salvo el no beber en exceso. Sin embargo, sí que hay recomendaciones que, aunque no la evitarán, podrían hacer sus síntomas más llevaderos.
Beber con el estómago lleno
Lo primero y más importante es intentar que la moña que se nos echa encima sea lo menor posible. Para ello, (además de consumir menos cantidad de alcohol) lo más eficaz es comer/cenar bien: beber con el estómago vacío supone apostar por una mayor cogorza y, como consecuencia, llevarse de premio una resaca más tediosa.
“Si tomamos alcohol en ayunas, el tiempo de absorción se reduce y sus efectos, la borrachera, aparecen antes», explicaba a Maldita Ciencia aquí Miguel Ángel Alcalde, dietista en la Unidad de Nutrición y Dietética en el Área Sanitaria Norte de Córdoba. “Si antes hemos tomado algún alimento, éste tarda más en ser metabolizado, así que sus efectos aparecerán más tarde”, concluía.
Esto es porque la mayor parte del alcohol se absorbe en el intestino delgado. Si bebemos saltándonos la comida o la cena, con el estómago vacío, el alcohol pasará rápidamente al intestino y, a través de él, a la sangre.