La pandemia provocó una caída profunda en las llegadas de turistas internacionales a nivel mundial.
En plena región del Caribe la isla de Aruba anunció que comenzará a usar desde febrero próximo un sistema para evaluar si cada visitante está sano.
Dangui Oduber, ministro de Salud, Turismo y Deporte afirmó recientemente que ese país está ejecutando un llamado “plan piloto” con la aerolínea JetBlue Airways Corp. para realizar pruebas sobre contagios.
Pero ni en Aruba ni en ninguna otra parte que se sepa está ya prevista una vacunación obligatoria.
Las computadoras al servicio de los superhéroes comienzan a aparecer en el escenario.
Ya se usan sistemas digitales de detección en el aeropuerto de Roma, en algunos destinos en Estados Unidos, y están planeados el montaje de otros en Singapur y Hong Kong en 2022.
El tema es más complicado de lo que parece porque probablemente una mayoría de las personas en el mundo están ansiosas por ser vacunadas, pero son muchas las que le temen al “pinchazo”.
En el Reino Unido, país pionero en la vacunación contra la Covid-19 uno de cada cinco ciudadanos dice que es poco probable que se vacune.
Según una investigación publicada allí quienes se niegan a recibir el medicamento están citando una variedad de razones diferentes.
¿Quién ganará la polémica?
La mala noticia para quienes no quieren recibir la vacuna cualquiera que esta sea es que la pandemia provocó una caída profunda en las llegadas de turistas internacionales a nivel mundial hasta este momento.
Eso ha llevado al sector del ocio y a las economías nacionales que viven de él -miles- al borde de la desintegración económica.
Y las esperanzas bien fundamentadas de una rápida recuperación de los viajes internacionales ahora se basan en lo que algunos describen como balas de plata contra un terrible y destructivo vampiro: las vacunas.